Vivir en movimiento

El regalo que cambió nuestras vidas (por Rocío Martín Díez)

Bajo este título, detrás de 268 páginas, se esconde la historia de varias vidas, incluida la mía y de cómo trabajé utilizando el Método Feldenkrais con Felipón, un niño con una lesión cerebral.

Tengo que admitir que huyo de los libros testimoniales donde alguien cuenta, a veces con poco estilo, la historia de como… se curó de una enfermedad, se hizo rico, levantó una empresa que hoy le ha hecho millonario. Suelen dejarme frío y hasta me producen una cierta sospecha acerca de la verosimilitud de lo que cuentan.

Pero, sinceramente, aquí estamos delante de una historia diferente. Quizá porque conozco a Felipón y a Rocío, porque los nombres de Candela, Rocío (otra Rocío), Felipe-padre y otros tantos me resultan familiares… o quizá porque he visto y tocado a estas personas y me he dejado tocar… pero sí, creo que este libro va de otra cosa.

No quiero comentar mucho sobre lo que puedes encontrar en sus páginas. Te dejo que lo descubras por ti misma. En parte vas a encontrar, sí, el relato de un niño de esos que parece que vienen con problemas, como si estuvieran dispuestos a destruirnos la vida y ponerla patas arriba… como escribe Rocío, un niño que hace que le miremos a él y a su entorno con cara de pena y que sólo sacan de nosotros palabras del tipo «pobrecito» o «mucho ánimo» . Pero también vas a encontrar el relato de una mujer que decidió fiarse de su intuición, de sus sentimientos, de su ser madre y de la experiencia que, por ser mujer, ha heredado de miles de generaciones anteriores.

Si vences la pereza de leer un relato que aparenta ser eso, vas a encontrar una verdad mucho más profunda. La historia de un niño que transforma todo lo que toca con sus retorcidos y rechupeteados dedos. Un niño al que yo pensé que iba a echar una mano en su aprendizaje para la vida, que aparentemente iba a aprender a caminar conmigo, pero que también me puso a caminar a mi. Con su alegría, su inteligencia, su forma de comunicarse (sin palabras por aquel entonces), su forma de retar los conocimientos que como profesional creía que tenía. Su capacidad de tirarse una sesión entera gritando como un loco para luego tirarme un beso y una sonrisa al salir por la puerta.

Toda una enseñanza acerca de la paciencia, el respeto por los procesos de la Vida, la espera y la observación, las relaciones humanas y la capacidad de ponernos en relación, desde la vulnerabilidad.

Sólo leer la introducción, merece todo el resto del libro. Después te vas a encontrar con una busqueda, muy personal, que ha dado maravillosos frutos, pero que no deja de ser muy personal. Puede que ante una situación parecida hagas lo mismo, o lo contrario, que hizo Rocío y puede que tengas el mismo resultado, o completamente el contrario. Creo que lo importante no es si vas con los Doman o a Feldenkrais, conmigo o con cualquier otro… Vacunas, nutrición, osteopatía, antibióticos… No es lo esencial, créeme. Lo esencial es que encontrarás a personas que se miraron a sí mismas, se miraron entre ellas y decidieron caminar juntas, para crecer juntas y que también saben decirse «adiós», «hasta luego», «gracias por lo vivido»

Felipón hoy es su mejor terapeuta…

Hoy Felipón, a muchos kilómetros de distancia, continúa dando pasos (literal y metafóricamente), viviendo y transformando. Nuevos retos y nuevas oportunidades.Yo tan sólo siento agradecimiento por haber visto y tocado y ahora poder leer este libro que seguramente no habría leído en otras circunstancias.Una sola frase te dejo de este libro, dicha por una abuela que, en lo poco que la conozco, me parece la serenidad puesta en marcha: 

Este niño viene sumando y no restando

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